martes, junio 30, 2015

Trampas al recordar



Vianey, Face
La desviación retrospectiva es la propensión a valorar hechos pretéritos con la información que poseemos en el presente, pero que era del todo inexistente cuando  acontecieron los hechos analizados. De este modo sesgamos la interpretación que hacemos del ayer al incluir en ella elementos posteriores. Leyendo el ensayo  Cómo hablar de dinero (Anagrama, 2015), su autor John Lanchester cita esta tendencia muy estudiada por los economistas del comportamiento: «explicar cosas que ocurrieron teniendo en cuenta no lo que parecían en su momento, sino cómo acabaron siendo». Este sesgo confirma que frases del acervo popular escritas en piedra como «el pasado, pasó», o «lo hecho, hecho está», no sean del todo ciertas.  El pasado no es un ente estático, no es una cosa que sucedió y que queda ahí calcificada para siempre. No. El pasado muta a medida que aflora nueva información. Yo mismo tuve que hacer un sobreesfuerzo para soslayar este sesgo al escribir durante estos dos últimos años un ensayo sobre un acontecimiento ocurrido hace treinta y tres años. En las biografías y monografías se examina algo ocurrido en el pasado, pero se tiende inconscientemente a utilizar la información (y sobre todo la valoración) que ya poseemos en el presente y que no existía cuando ocurrieron los hechos. Difícil que el análisis no se distorsione. 

Esta trampa cognitiva no tiene delimitaciones y sirve para consideraciones sobre aconteceres propios y ajenos. Ocurre frecuentemente cuando hacemos valoraciones de nuestra vida, cuando escrutamos los episodios que jalonan nuestra biografía, cuando nos damos una vuelta por el ayer y detenemos el paseo allí donde se produjo un fracaso (especialmente los de índole sentimental, aunque según las encuestas las rumiaciones laborales en tiempos de gran recesión suelen ser muy frecuentes). Entonces nos reprochamos las malas decisiones que tomamos en su momento, lo miopes que fuimos ante una obviedad, lo obtusos que nos mostramos ante lo que era una aparatosa evidencia, la trampa abstrusa que no vimos y que nos hizo vivir años estériles cuando era cristalino que lo mejor era zanjar ese proyecto y empezar uno nuevo. En estas introspecciones tendemos a olvidarnos de que adoptamos aquellas decisiones porque con los elementos de evaluación que disponíamos en ese instante nos parecieron buenas, o las menos malas del repertorio. Existe una expresión especialmente lacerante que utiliza la desviación retrospectiva para lanzar reproches y simultáneamente eximirse del contenido del propio reproche: «Te lo dije». Esta expresión suele ser tramposa y fácilmente refutable: «Me dijiste esto y muchas otras cosas más. Sin embargo, ahora sólo recuerdas la que verifica la nueva información, y omites el resto».



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